De Bélgica a Uganda, las empresas han estado devastando vidas y tierras locales —y pasándose la pelota después—. Es hora de poner sus delitos en el punto de mira. Estas son las historias que las empresas no quieren que oigas.
La historia de Berochan trata de cómo la avaricia empresarial perjudica los medios de subsistencia de la población local y al medio ambiente y de la resistencia de una comunidad local.